Alcañiz: San Francisco, cárcel de retención, identificación y clasificación de soldados republicanos (Segunda Parte)

De soldado republicano a prisionero nacional. Expediente personal, clasificación y veredicto final.

Llegó el día que las respuestas empezaron a florecer, los sublevados iniciaron un proceso de identificación personal a escala nacional y todos los que habían sido combatientes en la zona republicana ocuparon un puesto  en la entonces gama de Campos de Concentración de todo el territorio hasta quedar toda la población española «avalada» o no, según los antecedentes recogidos por los informes facilitados por quienes merecían, como adictos, crédito al entenderlos y firmarlos bajo su responsabilidad 1.

Informes y avales:

Para averiguar los antecedentes de los prisioneros de guerra que iban capturando en su avance el Ejército nacional, y clasificarlos, las autoridades franquistas se basaron en informes y avales. Cuando un soldado republicano era hecho prisionero y se le tomaba su filiación personal, y las autoridades militares del Ejército nacional tenían que escribir a su lugar de residencia para averiguar cómo había sido su actuación durante los años de la República y cuando la guerra estalló. Estos informes los habían de realizar las autoridades franquistas de la población en cuestión, representados por el alcalde, el Jefe de Falange Tradicionalista y de las JONS y la Guardia Civil. El prisionero, a su vez, podía escribir a su casa para que sus parientes consiguiesen un aval firmado por una persona de acreditada fidelidad a la ideología de los sublevados. Esta persona era la encargada de avalar la buena actuación – según sus puntos de vista – del prisionero en cuestión durante la República. Según lo que se detallara en estos informes, el prisionero podía ser liberado, enviado aun batallón de trabajadores, o en una prisión y ser juzgado en «consejo de guerra» por su actuación contraria al Alzamiento.

Los prisioneros procedentes de las zonas que todavía no estaban ocupadas por las tropas franquistas no podían conseguir informes o avales, ya que en su caso no se podía pedir información a las autoridades franquistas locales por motivos evidentes. Así pues, permanecían retenidos en aquellos recintos hasta que su población era «liberada» por las fuerzas nacionales 2.

Interrogación:

Eso explicaría la razón por la cual mi padre permaneció retenido en Alcañiz en los batallones de trabajadores, hasta que Barcelona fue tomada el 26 de enero de 1939. Fue entonces a partir de la ocupación de la Ciudad Condal, cuando se puso en movimiento todo un complejo y laborioso mecanismo hasta conseguir que la personalidad del prisionero, tanto en su comportamiento como combatiente igual que su conducta durante su vida civil anterior al comienzo de la guerra española, quedara perfectamente definida y quizás, exenta de responsabilidades en las que podía haber incurrido hasta que recobrase la libertad. El informe que llegó desde Barcelona jamás fue conocido, pero lo cierto fue, que hubo informe o un «consejo de guerra», porque la interrogación que él sufrió a manos de un oficial nacional, iba encaminada sobre los asesinatos que se habían producido en el muro de la puerta Sur del cementerio de Montjuïc (Sudoeste); el cual le realizó la siguiente pregunta:

«¿Que sabes de lo que pasaba en el puente de Casa Antúnez?»

Mi padre le contestó que él no sabia nada, y el oficial dudando de su respuesta le volvió a preguntarle con un tono de voz más elevado y con cara de pocos amigos:

«¿Cómo que no sabes nada de lo que pasaba en Casa Antúnez, tu vivías cerca de allí, por lo tanto sabes lo que pasó?»

Mi padre volvió a contestar: «¡Yo no sé lo que allí pasaba!»

Unos minutos después, cuando peor se estaba poniendo la interrogación, entró en aquel lugar otro mando, el cual ordenó que el interrogatorio había terminado. Todo quedó en «agua de borrajas»; por lo menos eso es lo que mi padre creyó, lo dejó estar y volvió al batallón. Durante mucho tiempo, me contó, que estuvo preguntándose ¿Cómo sabían lo que pasaba en los muros del cementerio de Montjuïc?

El interrogatorio que sufrió, fue consecuencia de los informes que los nacionales solicitaron a las autoridades adictas en Barcelona. La documentación que recibieron, seguramente, indicaba que muy cerca de allí vivía con sus padres en la barriada de las Casas Baratas del Grupo Eduardo Aunós, junto al Paseo de la Zona Franca, donde casi todos eran anarquistas de la CNT, incluido él. El muro estaba a pie mismo de la montaña de Montjuïc, y pasada la puerta Sur, se encontraba el puente de Casa Antúnez conocido como «puente de las cañas», que todavía en la actualidad sigue en pie, siendo en aquellos años el paso natural desde la Barcelona agrícola del delta oriental del río Llobregat a la zona portuaria y la ciudad  y, además, era parte de la línea ferroviaria del tren de la M.Z.A. (Madrid-Zaragoza-Alicante), que entraba por la barriada de Casa Antúnez, cruzaba el cementerio y dirigiéndose por los acantilados del Morrot llegaba al puerto de Barcelona. En aquellos muros del cementerio habían asesinado a religiosos y personas adineradas  de ideologías de derechas; veamos lo que nos cuenta el cronista e historiador de la Marina de Sants y buen amigo mío, Ramón Anglés.

Imagen 1.- Puente de Casa Antúnez. Conocido como «puente de las cañas». Al fondo a la derecha, el muro del Canal de la Serenísima Infanta Doña Luisa Carlota de Borbón. Construido entre los años 1817 y 1820.

La pared del cementerio, que constituía el costado izquierdo, lado montaña, de la carretera de Port, hoy pared olvidada, se convirtió en histórica entre los años 1936 y 1938. Durante la Guerra Civil, los coches patrulla de control (F.A.I.) traían a este lugar a los acusados de conspirar contra la República para matarlos: «Arranca. Este ya está listo». Estas eran las palabras que oían cuando, después de tres o cuatro disparos, se perdía un coche negro, un Lancia, en la oscuridad de la noche. Nunca habíamos visto a aquellos ejecutores de la noche que, amparados por el régimen, eran jueces y verdugos a la vez. Únicamente los vecinos de este barrio de Port éramos conscientes de lo que ocurría, pero ¿Quién quería hablar de ello? No les permitían morir dignamente. Les decían: «Ya podéis iros.» Y, cuando iniciaban la marcha, dos o tres tiros por la espalda y así quedaba la cosa. Sólo los más atrevidos nos acercábamos a diario a ver «el gran espectáculo», después de que el ruido del motor del Lancia ya no sonara lejos; entonces encontrabas dos o tres cuerpos aún agonizantes, retorciéndose entre la maleza de aquel lugar. El Pipa tuvo que poner unas estacas que aguantaban aspilleras y sacos, para evitarles a sus hijas la visión del desgraciado espectáculo que se producía ante su propia casa.

Imagen 2.- Calle Mare de Déu de Port. Muro del cementerio de Montjuïc, también conocido como «Nuevo o Sudoeste»  junto a la puerta Sur. Inaugurado el 17 de marzo de 1883.

Se dijo que era un paredón de fusilamiento, pero en realidad fue…no hay palabras para describirlo. Tan solo quienes lo vivimos sabemos lo que ocurrió.

Por suerte esta clase de patriotas solo se daba en algunos barrios, pues los que sentían de verdad la causa republicana no actuaban de esa forma, con tanta brutalidad como lo hicieron los milicianos de Port 3.

Mi padre nunca supo el por qué fue interrogado, y si lo sabía nunca lo dijo y se lo cayó y guardó, hasta que falleció en 1981 a la edad de 63 años, haciéndonos creer que fue una casualidad de la vida; así lo contaba y así quedó grabado en mi mente. Con la muerte del dictador en 1975, empezaron a desvelarse muchas de las incógnitas y tabúes que habían estado prohibidas en este país. La conclusión final después de la larga investigación realizada, demostró que los nacionales no hallaron prueba alguna en Barcelona de delito de sangre, incendiario, saqueador, rebelión armada (asaltos a cuarteles de fuerzas del Ejército, casas cuarteles de la Guardia Civil, asalto armado a conventos, iglesias o casas religiosas). Sin embargo, el proceso de identificación personal siguió su cauce.

Filiación:

Mientras tanto, el tiempo transcurría lentamente pero sin pausas, y habiendo cumplido los 21 años el 9 de enero de 1939, llegó su «filiación» a su pueblo natal Rubielos de Mora el 24 de marzo de 1939, para su reclutamiento con el fin de realizar el «servicio militar».

Imagen 3.- Filiación de Antonio Santafé Izquierdo. Caja de Reclutamiento de Teruel núm. 34.

El 1 de abril de 1939, Franco emite el conocido último parte de Guerra; pero deja constancia muy clara tal y como podemos ver en el documento adjunto, «de que la Guerra no había terminado, hasta el exterminio de los objetivos civiles no afectos».

Imagen 4.- Cuartel General del Generalísimo. Último parte de guerra. 1 de abril de 1939.

Estaba claro, que siendo soldado republicano, daba lo mismo estar en la zona nacional o roja, porque al final llegarían los informes de un lado u otro y las quintas del 36 a 41 principalmente las más jóvenes  serían castigadas, porque el régimen franquista tras terminada la Guerra Civil, decidió crear a partir de mediados de 1940, nuevas unidades militares de castigo a trabajadores forzados con el claro objetivo de perpetuar la represión y la obtención de mano de obra barata para la reconstrucción del país. Estos nuevos batallones de castigo se caracterizaron por estar organizados de la misma forma y para hacer las mismas faenas que los antiguos batallones de trabajadores, con la única diferencia que ya no los integraban prisioneros de guerra, sino jóvenes de las quintas de 1936 a 1941 (nacidos entre 1915 y 1920), que habían de hacer el servicio militar y que eran considerados desafectos al régimen. Por lo cual, mi padre quedó inmerso en los nuevos planes de creación de unidades militares de castigo que el régimen franquista había constituido, porque había nacido en 1918 y su leva era la de 1939. Dejó de ser prisionero de guerra para sufrir un castigo interminable de privación de libertad por haberse «atrevido» a defender de manera voluntaria la legalidad republicana y de esa forma se utilizó a aquella gran masa de jóvenes de las citadas quintas para iniciar la reconstrucción del país en unas condiciones muy ventajosas para las autoridades franquistas.

Clasificación y prófugo:

Para decidir si un joven había de ser destinado a un batallón disciplinario o no, el Ayuntamiento de su localidad de residencia le había de clasificar. La clasificación se hacía a partir de los informes que emitía la administración municipal junto con las otras fuerzas vivas del régimen franquista, que ya habían participado en la elaboración de avales e informes para los prisioneros de guerra, es decir, la Guardia Civil y la Falange Tradicionalista y de las JONS. Estos organismos eran los encargados de elaborar los informes que, a partir de los antecedentes políticos de cada joven, habían de servir para clasificarlos. Los jóvenes se podían clasificar en tres categorías:

Afectos: Considerados personas de fidelidad indudable al nuevo régimen.

indiferentes: Considerados no peligrosos para el régimen.

Desafectos: Considerables culpables por sus antecedentes y que, por tanto, habían de recibir un castigo.

Esta clasificación, la había de ratificar la caja de reclutamiento correspondiente, es decir, el organismo militar donde se inscribían , clasificados y destinados los jóvenes de cada zona del país para hacer el servicio militar, el cual, según el resultado del informe final, enviaba a los afectos e indiferentes a un regimiento o unidad armada del Ejército para hacer el servicio militar, y los desafectos a un Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores (BDST). Con esta medida, el régimen franquista quería asegurar que ninguna persona se escapase de pagar un precio importante por haber dado soporte a la República de una manera destacada 4.

Joan Llarch, en su obra «Batallones de trabajadores», deja claro el mecanismo utilizado por el régimen franquista para llevar a cabo la depuración de los soldados prisioneros republicanos 5.

Durante la contienda, en todas las Cajas de Reclutas de la España Nacional se exponían públicamente las listas de soldados republicanos hechos prisioneros en las diversas operaciones y batallas. Esto tenía el doble objeto de facilitar no sólo la identificación de alguno, para denunciarle como responsable de algún delito de sangre, rebelión armada, incendiario o de clasificación ideológica ácrata o marxista, sino también para que alguien pudiera ofrecerse como avalador, si entre los muchos nombres expuestos en las listas se reconocía la identidad de personas adictas a la España del general Franco, facilitándole no sólo la libertad, sino también la oportunidad de enrolarse como combatiente en el ejército nacional.

El objeto, por tanto, de la exposición de tales listas de prisioneros, era doble en su propósito, ya que desde los comienzos de la guerra española se procedió a una severa e implacable discriminación de las poblaciones en el mismo seno de los dos ejércitos en pugna, catalogando a unos como adictos y a otros que, por su ideología, comportamiento o mentalidad eran clasificados como desafectos, vocablo que, en algunas ocasiones, enmascaraba la más profunda identificación del enemigo.

Cuando en la retaguardia nacional se procedía a la clasificación de los contingentes de prisioneros recién capturados, eran muy escasos entre éstos, aquellos que continuaban ostentando los distintivos de su graduación como oficiales del ejército republicano y muchos menos los que, procedentes del Comisariado de Guerra, conservaban el arriesgado emblema del comisario político, cuya identificación, a veces, era equivalente a la pena de muerte, ya que se consideraba como muy grave la responsabilidad de haber aceptado el compromiso que tal graduación entrañaba.

En los Campos de Concentración donde se disponía de las lista de filiación de cada nuevo contingente de prisioneros, llegando a tales campos de recepción, se procedía a la depuración cualitativa de prisioneros, seleccionándose entre ellos a aquellos sobre los que recaían responsabilidades según los antecedentes ya existentes por las informaciones recibidas antes de su captura.

Cuando después se formaban los Batallones de Trabajadores, la depuración se había efectuado en gran parte y todos los que eran destinados a las Compañías de Trabajadores, es que habían salido bien librados de esa criba preliminar, sin otros contratiempos que las incomodidades y sinsabores característicos de los Campos de Concentración.

Sin embargo, la depuración proseguía su curso, incluso durante la permanencia en los Batallones Disciplinarios de Trabajo. Los trabajadores enrolados en ellos, seguían sujetos a las consecuencias de una posible denuncia, siempre que se consideraban con motivos para tenerla. De los distintos pueblos y ciudades, tomadas por las tropas nacionales, llegaban informaciones que eran remitidas a la Delegación de Campos de Concentración y desde ésta al Batallón al que el denunciado pertenecía. Cuando el prisionero no aportaba avales que le identificaran, extendidos por personas que le calificaran como adicto al Movimiento Nacional, entonces los informes sobre dicho prisionero eran solicitados por el comandante del Batallón de Trabajadores al pueblo o localidad a la que pertenecía el prisionero. Los informes eran solicitados al alcalde que era, a la vez, el jefe local de la FET y de las JONS, al comandante del puesto de la Guardia Civil, y también al cura párraco de la misma localidad. Estos tres informes iban incluidos en uno solo. Sin embargo, también se requería, para mayor amplitud e independencia de cada uno de los consultados, otro informe individual, aparte de los informadores anteriormente citados.

Una vez recibida la documentación, se procedía a archivar, con el primer informe, los otros tres individuales sobre la personalidad, ideología y comportamiento del prisionero durante su permanencia en la localidad, con antecedentes que podían datar desde mucho antes de haber sido combatiente en el ejército republicano.

Las responsabilidades en las que podía haber incurrido el prisionero a cuya depuración se procedía eran las siguientes: delitos de sangre, incendiario, saqueador, rebelión armada (asaltos a cuarteles de fuerzas del ejército, casas cuarteles de la Guardia Civil, asalto armado a conventos, iglesias o casas religiosas).

 

Veamos a continuación el expediente de «prófugo» que adquirí en el año 2002, a través del Centro de Reclutamiento de Teruel, instruido al mozo Antonio Santafé Izquierdo, número 23 del referido alistamiento correspondiente al reemplazo de 1939, incoado por el Ayuntamiento de Rubielos de Mora provincia de Teruel.

Como hemos podido ver, las dos personas consultadas ajenas a la familia que fueron interrogadas, manifestaron lo mismo: «que el mozo y su familia, se marcharon a Cataluña mucho tiempo antes de que comenzara el Movimiento Nacional, por lo que se supone que se encontraban en zona roja». Esto me hizo pensar y llegar a plantearme la siguiente pregunta: ¿Por qué se le trató de «prófugo» si en 1923 se marchó a vivir a Barcelona con su familia y fue movilizado en 1937 a la llamada de la República en la Ciudad Condal?

Él había cumplido con su deber, pero sin embargo, no llegué a entender el por qué desde el Centro de Reclutamiento de Teruel núm. 34, remitieron su «filiación» al Ayuntamiento de Rubielos de Mora. Quizás, lo que pudo suceder, es que mis abuelos no se dieran de baja en el Padrón de Habitantes y no comunicaron a las autoridades su traslado a Cataluña, y por otro lado, que fuera un gravísimo error administrativo que llevó consigo las consecuencias de todo el mecanismo de reclutamiento, donde no se calentaron mucho la cabeza y metieron a todos los nacidos en 1918 en el mismo saco. No obstante, un detalle para tener en cuenta y que me llamó mucho la atención, es que el 29 de julio de 1930 ya realizaba su labor como Secretario del Ayuntamiento de Rubielos de Mora, D. Jesús Gómez Grao, el mismo que firmó el expediente de prófugo de mi padre y el certificado del extracto de nacimiento de éste que habían solicitado mis abuelos para que pudiera trabajar en Barcelona a la edad de 12 años, tal y como exigía el artículo 16 del Reglamento para la aplicación de la Ley de 13 de marzo de 1900.

Veamos el documento y comparemos la firma:

Imagen 5.- Certificado que exigía el artículo 16 del Reglamento para la aplicación de la Ley de 13 de Marzo de 1900.

El detalle en las coincidencias de las firmas de ambos documentos, me ofrecieron la oportunidad de meditar en la veracidad de que existiera un registro o expediente en las dependencias del Ayuntamiento, de que mis abuelos habían comunicado su traslado a Cataluña, si fue así, poco esmero ofrecieron para averiguar la verdad a la hora de juzgar su situación como prófugo, debido principalmente a las confesiones ofrecidas por los dos vecinos interrogados que afirmaron claramente que dicha familia estaba en Cataluña desde mucho antes del inicio de la Guerra Civil.  Quizás, no les dejaron otra opción,  viéndose coaccionados por las nuevas doctrinas del régimen faccioso, siendo la solución más adecuada para sacarse de encima toda aquella malévola situación que castigó a los más débiles, dejándolos desamparados por no poderse defender ante los «antecedentes recogidos por los informes facilitados por quienes merecían, como adictos, crédito al entenderlos y firmarlos bajo su responsabilidad».

Una vez finalizada la guerra, a mediados del mes de mayo de 1939, mis abuelos recibieron una fotografía de mi padre a través de la Cruz Roja Internacional. La alegría fue inmensa, porque era la primera noticia que recibían de él después de un año y medio sin saber si estaba vivo.

Esta fotografía y otras más que iremos viendo, las encontré en un album fotográfico familiar que guardaba mi madre, y un día cuando la vi, quise sacarla para hacer una ampliación, al despegarla, observé con mucho asombro que en el dorso habían unas letras dedicadas a mi abuelos. No podía creer lo que estaba leyendo, fue entonces cuando mi madre nos comentó que esta fotografía fue la primera noticia que recibieron que demostraba que su hijo estaba vivo. La fotografía fechada el 12 de mayo de 1939, no ofrece ningún detalle del lugar donde pudo ser realizada, pero si de su deplorable estado físico. Posiblemente, he determinado que fue hecha en Alcañiz, y que pudo haber formado parte de los informes y avales que las autoridades militares franquistas solicitaron a los nuevos mandatarios adictos al régimen de la  ya ocupada Barcelona.

Expediente Individual:

El tiempo iba transcurriendo y, como sabemos, el régimen franquista decidió crear nuevas unidades militares de castigo, y éstas arrastraban consigo la ratificación de la caja de reclutamiento correspondiente, o sea, al clasificar a mi padre como prófugo, fue catalogado como desafecto «enemigo», y en 1940 se le abre un Expediente Individual a través del Ayuntamiento de Rubielos de Mora sobre el reemplazo de 1939 que, como veremos, es la clave para que fuera castigado para incorporarse a las nuevas unidades militares disciplinarias, donde también fueron destinados los hombres que habían estado juzgados en «consejo de guerra» pero que no habían recibido ninguna condena de las autoridades militares franquistas. Delante de su clara desafección, que no había sido suficiente para condenarlos a prisión, los responsables franquistas los destinaban a pasar un tiempo en los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores (BDST), donde purgar, como mínimo, parte de sus «pecados».

Los nuevos destinados a estos batallones tuvieron que trabajar gratuitamente durante uno o dos años, según los casos, en la reconstrucción del país. De esta manera, el régimen continuaba utilizando mano de obra muy económica para rehacer el país y, de paso, aquellas unidades también servían para continuar teniendo represalias contra todos los que habían luchado en contra o que pensaban de manera diferente.

El Expediente Individual del mozo Antonio Santafé Izquierdo número 17 del alistamiento, que a continuación veremos, lo conseguí a través del Archivo General Militar de Guadalajara, el 14 de enero de 2000.

 

El expediente de depuración había concluido, el resultado determinó que mi padre debía cumplir un castigo que el régimen franquista impuso fuertemente a los presos republicanos, porque los consideró la fuente de todos los males de España. Y, aunque los trabajadores disciplinarios desaparecieran en octubre de 1942 (Diario Oficial, núm. 243 de octubre de 1942), fueron muchos los casos que no lo hicieron de manera efectiva hasta finales de diciembre de aquel mismo año. Una vez licenciados, los integrantes de los BDST, habían de hacer el servicio militar obligatorio en una unidad armada. Es entonces cuando el castigo ya habría estado completo y por lo tanto aquellos jóvenes ya eran dignos para poder servir al ejército franquista. De esta manera, habían dedicado un tiempo más de su juventud al hacer el servicio militar y jurar fidelidad a la bandera de un ejército y un régimen contra el cual habían luchado durante la guerra y que los había explotado, castigado, maltratado y humillado durante un periodo importante de sus vidas.

Aunque el tiempo iba transcurriendo lentamente, pronto irían llegando y pasando cada una de las fases que debían cumplirse para realizar las disposiciones que el régimen franquista había impuesto.

Por lo cual, pronto le  llegaría el castigo que debería cumplir en la Sierra de Guadarrama, en un pueblo llamado Zarzalejo.

Pero eso, lo veremos en el siguiente capítulo…

Imágenes:

Portada: Iglesia de San Francisco en Alcañiz, Teruel.

FUNDACIÓN QUÍLEZ LLISTERRI

www.fqll.es/catálogo_detalle.php?id=1157

1º.- Puente de Casa Antúnez. Fotografía año 2008. Archivo Antonio Santafé.

2º.- Muro del cementerio de Montjuïc. Fotografía año 2008. Ramón Anglés. Una mirada al pasado. Historias del barri vell de Port, página 79.

3º.- Documento de filiación de Antonio Santafé Izquierdo. Caja de Reclutamiento de Teruel nº34. Archivo General Militar de Guadalajara, 27 de enero de 2000.

4º.- Parte Oficial de Guerra. Cuartel General del Generalísimo-Estado Mayor, correspondiente al 1º de abril de 1939.

ESPAÑA SE DIVIDE EN DOS EN VINARÒS

https:// bibliotecavirtualseñior.es/wp-content/uploads/2018/06

5º.- Documento de la Inspección de Trabajo. Año 1930. Archivo Antonio Santafé.

Notas:

1º.- Campos de Concentración de la España de Franco. Producciones Editoriales. Barcelona 1978. «Colección Documento». ISBN: 978-84-365-12111. Joan Llarch, página 58.

2º.- Expresos Políticos- LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN-. Memorial Democràtic-Departament d’Intereior. Relacions Institucionals y Participaciò. D.L. B-13659-2009, páginas 16 a 22.

3º.- Una mirada al pasado. Historias del barri vell de Port. Ramón Anglés D.L. B-50298-2008. Centre d’Estudis de Montjuïc. Colección «Camí de l’Esparver», página 78.

4º.- Expresos Políticos-LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN-. Memorial Democràtic-Departament d’Interior. Relacions Institucionals y Participaciò. D.L. B-13659-2009, páginas 16 a 22.

5º.- Batallones de trabajadores. Plaza&Janes. Año 1978. Joan Llarch. ISBN: 84-01-46095-6 y  ISBN: 84- 7270-020-8, publicado anteriormente por Editorial Vergi. Páginas 109 a 112.

 

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4 comments

  • josep maria muria marzo 22, 2021   Reply →

    tu padre se preguntaba como sabian lo que pasaba en los muros del cementerio de montjuic pues yo creo que habia espias por eso o chivatos que es lo mismo. Cpmo siempre un gran trabajo el que haces son relatos interensantisimos y muy instructivos a los que nos gusta el tema .Una abrassada recuerdos a la señora espero que esteis bien nosotros ok.

    • Antonio Santafé marzo 22, 2021   Reply →

      Gracias Josep, hacía tiempo que no sabía nada de vosotros, bueno, siempre le preguntamos a Riky y a tu hija.
      No viste los artículos sobre las inundaciones del Llobregat en mi barriada de la Zona Franca?
      Dentro de pocos días, cuando reciba contestación del Archivo Municipal Contemporáneo de Barcelona, publicaré un artículo referente a la nevada del 62 en Barcelona y mi barriada.
      Bueno, de nuevo te agradezco tu interés y como siempre recibir un fuerte abrazo de estos que no os olvidan.

  • Juan Carlos Cazorla marzo 23, 2021   Reply →

    : Sr. Josep María, la quinta columna siempre estuvo en las filas republicanas, el miedo y el salvar el pellejo hace que no te muestres, pero también los había que lo hacían por venganzas personales. en ambos bandos como en todas las guerras están los románticos y los vividores. como bien se titula este blok……………LA CRUEL GUERRA……………toda guerra despierta las miserias de las personas y dejan de ser eso PERSONAS. Antonio como siempre de 10 tus narraciones, tu tiempo en estudiar, tu búsqueda de información. Un abrazo y enhorabuena

    • Antonio Santafé marzo 23, 2021   Reply →

      Cazorla; como siempre te agradezco tus palabras. Creo que me conoces muy bien por las veces que hemos hablado personalmente. Sinceramente creo que ambos bandos hicieron de las suyas, lo que sucede es que el vencedor realizó hechos injustificados, maltratos, vejaciones, violencia, castigos, represión y trabajos forzados que han sido calificados como «esclavos del franquismo, pero, siempre llego a preguntarme si la República hubiera ganado la guerra, hubiera hecho lo mismo? En fin, una guerra desafortunada en unos momentos desafortunados, donde como en todas las guerras, los perdedores fueron los civiles y aquellos jóvenes de 15,16,17, 18 y 19 años que fueron maltratados moralmente y, donde perdieron su dignidad antes de llegar a ser hombres curtidos.
      Gracias por ser tan comprensivo.
      Un fuerte abrazo.

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